>>11111939La leyenda del Futre
Hacia finales del siglo XIX, se construyó una espectacular obra de ingeniería: el Ferrocarril Transandino. Este ambicioso proyecto pretendía unir a la capital de Mendoza con la ciudad chilena Los Andes.
En 1887, la construcción del ferrocarril ─que inicialmente estaba a cargo de una compañía chilena─ pasó al mando de la “Transandine Construction Company”, una empresa de origen inglés.
Con la imponente Cordillera de Los Andes como escenario, en la remota localidad de Las Cuevas ─próxima al límite internacional con Chile─, un tal Míster Foster se dedicaba a concretar los pagos a los jornaleros que trabajaban en la instalación de la línea férrea.
Se dice que este personaje de origen inglés tenía una figura esbelta y un andar elegante, que ostentaba siempre un traje impecable y presumía de los más finos modales.
Debido a su porte distinguido ─o quizás porque los habitantes del lugar no podían pronunciar bien su nombre─ el señor Foster fue apodado con el nombre de “Futre”, que en lenguaje cordillerano significa literalmente “hombre al que le gusta vestir con elegancia”.
Es que los jornaleros solían tener un aspecto andrajoso y trabajaban de sol a sombra, incluso contra las inclemencias del clima, contrariamente a Foster que, además de tener un aspecto impecable, se refugiaba en su cómodo y templado despacho.
Por su parte, el Futre apenas se relacionaba con los trabajadores y los miraba con arrogancia y a veces con desprecio. Obviamente, a sus empleados no les parecía una persona muy simpática.